En la página de mi otra patria, publiqué esta imagen que
corresponde a un buscador de oro en Tierra del Fuego, oficio que desempeñaron
muchos inmigrantes "austrohúngaros-yugoeslavos-dálmatas croatas".
Aquí posa uno con botas de vado haciendo el símbolo del partido comunista con
sus herramientas delante de su rancho de latas cubierto con champas para optimizar
la aislación.
La explotación de oro duró en Tierra del Fuego apenas unos 12 a 15 años y
permitió a estos inmigrantes, unos 10.000 - en los que también hubo chilotes -
hacerse de una pequeña fortuna como para asentarse y levantar un negocito en
Punta Arenas, pero a muchos los atrapó "la fiebre del oro", mal que
afecta sicológicamente con euforia maníaca, insomnio por excitación, abandono
impulsivo de familias, trabajos estables, y una obsesión irracional por el oro
que nubla el juicio.
Apenas un 10-20% ganaba algo significativo y sus efectos sicológicos eran
devastadores; ansiedad y depresión los llevaba a la desesperación, con tasas
altas de suicidios y alcoholismo. Muchos regresaban arruinados, sufriendo
"melancolía de minero". Otros se transformaban en adictos al riesgo
impulsando comportamientos compulsivos como apostar todo en juegos de azar o
ignorar peligros, exacerbado por el aislamiento social.
Tenían altos índices de robos, tiroteos por disputas de reclamos mineros y
linchamientos. La discriminación y crímenes contra los pueblos originarios y
particularmente las mujeres selk´nam fueron brutales.
Leamos la historia del abuelo de Liliana Bahamondes. -->
" Mi abuelo se escapó de su casa a los 14 años porque su papá había muerto
y su mamá lo había puesto como jefe de la familia y tenía que trabajar y
mantener a su familia. A mí abuelo la idea no le gustó y en un trapo puso
manzanas, pan, y se fue al puerto. Había un barco y se metió abajo en las
bodegas entre sacos de papas y cebollas.
Cuando el barco partió, salió de su escondite. Varios días navegando. Un día
que el barco se detuvo mi abuelo se bajó, había llegado a la Isla de Tierra del
Fuego. Se hizo amigo de unos bucaneros que andaban en la onda del oro en los
ríos. Él se fue con ellos y aprendió a encontrar oro en los ríos, pepitas.
Cuando cumplió 18 años se presentó al Regimiento para hacer el Servicio
Militar; al Regimiento Pudeto en Punta Arenas. Mi abuelo llevó sus pepitas y
vendió algunas y con esa plata se compró una casa. La vistió un poco y mandó a
buscar a su madre y a sus 6 hermanos y hermanas. Y las pepitas que le sobraron
las enterró abajo del piso de su casa. Y se fue dos años a hacer el Servicio
Militar. Cuando volvió vendió las pepitas que le quedaban e instaló una
carpintería para que sus hermanos hombres, antes de cumplir 18 años, trabajen
en algo. Y él volvió a buscar pepitas.
Así estuvo varios años hasta que un día se casó. Sus hermanos y hermanas ya
empezaron a trabajar y se fueron a la Argentina con la madre. Y él iba y
volvía, no podía abandonar esa vida. Se murió mi abuela cuando mi mamá tenía 9
años y el menor de mis tíos tenía 3 meses. Buscó una empleada para criarlos y
él seguía con su vida.
Creo, se puede decir, que le dio La Fiebre del Oro.
Y él vivía en la Isla en esa construcción que se ve en la foto y en la ciudad
en una casa linda. Después tuvo 5 casas, pero siempre vivió en la primera que
se compró.
La historia de mi abuelo tiene una 2da. parte, pero es horrible. Estuvo cargada
de depresiones, alcohol, abandono y golpizas a su mujer y sus hijos. Y no la
quiero contar."
La tarea...
La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.
Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.
Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.
ORO
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario