
No tenía más que hacer y el ocio mata. No es que yo anduviera sacando la vuelta tomando café o comentando las copuchas de la farándula con mis compañeros. Es que ya me las sabía todas.
Me la pasaba todo el día inventando cuentos. Lo cual me transformaba un perfecto cero a la izquierda. El vacío absoluto. La nada misma. Me estaba convirtiendo en un latero.
¿Qué será de mí? ¿Qué haré con todos los que dependen de mí? ¿Qué haré con estos deberes para los que me criaron? La sola imagen de pasarme el resto de mis días en calidad de inútil sólo me dejaba dos opciones: el suicidio o la renuncia.
Como el suicidio estaba totalmente descartado porque no tengo seguro a prueba de muertes voluntarias, me demostré que la única opción decente era renunciar heroicamente. O sea inmolarse por la dignidad. (Es lo que pensé honestamete en ese entonces, año 2000).
Me habían dicho que a mi edad no es fácil encontrar trabajo. Es un rango de edad que no se menciona en los llamados a postular. Eso dicen las estadísticas y yo no iba a desafiarlas. Lo más probable es que me encontraría con estas respuestas:
Estaba claro. Debía renunciar. ¿Pero cuándo? La respuesta llegó solita.
- Maestro; se nos acabaron los proyectos.-
Así es que el anuncio sólo me dio un leve empujoncito. Reconozco que igual sentí una cosita. Estaba preocupado. No vaya a ser cosa que pase a ser parte del conocimiento desechable del país, me decía. Sin embargo, me sentí aliviado. No me importó.
Me fui sin despedidas y sin el famoso reloj con su típica inscripción: "Gracias por los favores concedidos".
"Crecimos gracias a ti".
Y pensar que toda la estructura de los procedimientos es mía. Completa. Pero debieron pensar; "para eso le pagamos".
Ahora a otras cosas. Ser libre; es mucho pedir. Tiempo para vivir.
Me fui sin despedidas y sin el famoso reloj con su típica inscripción: "Gracias por los favores concedidos".
"Crecimos gracias a ti".
Y pensar que toda la estructura de los procedimientos es mía. Completa. Pero debieron pensar; "para eso le pagamos".
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Soy el de zapatitos blancos, con todos mis fantasmas |
Viajar por el país descendiendo de la cordillera al mar con mi hijo durmiendo en el asiento de atrás, los dos solos y recorrer nuestra tierra equipados con las mejores melodías. ¡Esa sí!
Y partí. La station WV parecería cajita musical. Un cajón de manzanas llenas de CD.
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Parloteando en playa La Boca - Cuba. |
Fumar los mejores puros con dos viejos amigos negros en la playa La Boca en Trinidad, recordando los días de la revolución en la Cuba que es el todo del hombre.

Sin miedo cazar pulpos con el pecho, en una caleta de pescadores con ira: la de Punta de Tralca. Sin miedo.
En el asiento del Incaen Wayma Pichu. |
Sentirme inmerso en ese mundo lento y borroso, lleno de vida y temor y tan parecido a vivir la niñez.
Dormir en un colchón de orquídeas en Wayna Pichu a la vigila horizontal de los meandros del Urubamba para escuchar con mis oídos pegados a la roca los pasos de esa raza iluminada por el sol de las alturas, en procesión a su primera adoración.
Subir a Pisco y ver desde las alturas una manada de potros, allá abajo, jugando en un oasis, potros y yeguas galopando felices por el gran espacio disponible para su musculatura y el sonido multitudinario de sus cascos liberados.
Sentir, allá arriba, la noche más limpia que los pensamientos de los querubines y ver el trazo de todas las estrellas hasta que la noche sea albina como un velo de novia. Pensar en Gabriela, en su tierra humilde y soleada.

Volver a practicar el parapente. Bueno, nunca he volado parapente pero soñé tanto en volar que es como si hubiera nacido arriba de uno.
En toda mi adolescencia siempre soñé a voluntad, volar.
Salía de mi cuerpo a recorrer la ciudad, a veces no podía elevarme mucho pero sobrevolaba el río y giraba las esquinas como avión de combate. No recuerdo cuando dejé de volar en sueños, tal vez cuando empecé a escribir, tal vez cuando me enamoré por primera vez. Debo volver a practicar mi sueño de volar aunque ahora sea en parapente. Y en una de esas ¿Quién sabe? Vuelvo a soñar en colores.

Helar el paladar con el sabor de esa cálida semilla divina y brindar por la nieve primaveral que se empapa de frutos.
¡A mí me encanta Dios! ¡Seguro le gustan los helados!
¡A mí me encanta Dios! ¡Seguro le gustan los helados!

Subir a la motocicleta como el Che Guevara y viajar miles y miles de kilómetros sin pensar en regresar. ¿Quién sabe adónde llegaría?
Asaltar como un corsario el destino incierto, con redobles de tambores y llamados de corneta aunque se nos acabe la bencina y los caminos. Aunque se acaben los caminos y las revoluciones.
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Cataratas de Iguazú |
De Fernando, de Agustín y Jorge, de José y Cati conducidos por la ilusión falsa y pequeña de los números, por lo que babea la empresa y los envidiosos números. ¡Cómo si sumar fuera importante!
https://www.facebook.com/rene.venturabaila/videos/569582883082472/
Volcán Rano Kau, Rapa Nui. |
Ver la gran boca de Rano Kau el mayor y más joven volcán de RAPA NUI y su cráter repleto de agua y vegetación. Desde su borde superior, a 400 metros de altura, la visión resultará majestuosa. De un lado, el lago-selva, y desde el acantilado, en medio del inmenso océano, los tres pequeños islotes donde está el huevo del manutara rodeado de agua y de agua y de agua y todo el cielo para volar.
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Rio Trancura con mis hijas y mi amigo Etel con sus hijas |
Bajar por los rápidos grado Uno del río Trancura con mi amigo Eitel Thieleman, saltando en la espuma de los rápidos y remar en turbulencias, remar tambien entre las aguas quietas tan parecidas a las conversaciones con el Eitel y remar entre las flores húmedas de nieblas y de cascadas, allí donde el río descansa y los peces esperan que le tires una mosca para jugar a vivir con honor o morir con gloria.
Si yo fuera un pez, un gran pez jamás cantado en público, haría espirales por la lienza del pescador furtivo, les sacaría la lengua en pleno y sonoro aguacero.
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Camilo, en Via Ducto Malleco |
Llegar a caballo cancino, por Nacimiento al canto de Patricio Manns en los recodos.
Trac- trac, trac-trac hacen sus cascos como la aguja de la vitrola cuando se acaba la cancion que es un presagio del último beso que llegará a mis labios sin perdón:
Trac- trac, trac-trac hacen sus cascos como la aguja de la vitrola cuando se acaba la cancion que es un presagio del último beso que llegará a mis labios sin perdón:

Aunque todo eso ocurriera en el viaducto Malleco.
Mirar al mar desde el acantilado de Punta de Tralca con todo el tiempo del mundo hermoso, como si esperara el irremediable fin del universo para que el viento me curta la cara hasta que se me aparezcan las arrugas tiernas de la niñez, donde estarán mis últimas cenizas.
Vagar a plena pampa entre coirones, con todo el viento que eso significa, hasta que aparezca el primer piño de ovejas y a mi silbo vendrán los perros ovejeros del puestero, moviendo sus colas para darnos la bienvenida a mí y mi hijo.
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Camilo en Ancud |
Explicarle de una vez por todas qué es la Geometría No Euclidiana y que todo lo explica; hasta la vida misma, mejor que cualquier ideología.
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Cueva del Milodón - Puerto Natales |
Iremos a la Cueva del Milodón para que mi hijo vea de dónde viene el origen profundo del miedo que sentimos, el desconsuelo de los suelos sin oro y el robo de vidas por la codicia insaciable del estanciero.

Y a ti padre querido, visitarte donde quedaste dormido, tan lejos de todos nosotros y ponerte esa flor, que te debo desde mi niñez, en el cementerio de Punta Arenas.
Te visitaré en el muelle donde me paseaste tomado de la mano, en las olas diminutas del Estrecho, en los naufragios, entre barcos varados como medusas, en las piedras de la playa amontonadas como cráneos, en los bosques nativos donde sospecho estan mis primeras gotas de sangre y las de todos mis parientes cuidando mi vía y mi estrella.
...
Así es que me gasté toda la indemnización y lo hice. Volví sin ni uno. Cumplí mis sueños. Casi todos.
¡ Qué bueno es quedar sin pendientes ! La vida no me debe nada. Siento que estoy viviendo de nuevo. Por segunda vez. ¿Lo podrán creer?
Ahora lo que tengo es libertad, aprecio y si alcanza, un poco de cariño. ¿Qué más? Me siento bien, necesario, vivo. Llevo el pelo largo. Dejé de fumar. Regalé mi automóvil. Me muevo en bicicleta. Boté todas las corbatas y dejé un solo terno, negro por siaca, al cual denominé al igual que a una mascota; “el e - terno”. No uso reloj, ni cinturón, ni cordones nada que ate. No sé qué hora es y ni siquiera en qué día estoy parado. ¿Quieren saber la hora? Pregunten; verán que siempre hay uno, con un reloj al lado.
Que sea como dice Machado:
“y a mí, que me entierren sin duelo, entre la playa y el cielo.”
Un abrazo. El día y la vida están por comenzar, aunque usted no lo crea, me queda la otra mitad y ya me estoy demorando.
(A mi hijo Camilo a quien lo saqué de sus clases a mitad de año para que juntos recorriéramos el país durante más de treinta días - hasta donde sé, fue mejor que asistir al colegio. Le dejo el mejor de los consejo: Helados, hay que comerlos )