La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

VENECIA…sé bella y serena

 Casta e diva.

El auténtico viaje no consiste en ver nuevos paisajes, sino en tener una mirada distinta (Marcel Proust)
...

400
No describas lugares por los que ha pasado mucha gente;  alguien lo ha hecho antes que tú, y quizá mejor.” Lo leí, pero no me voy a detener por esta amenaza porque como dice un personaje de la película Muerte en Venecia:” Aquél que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir" y cuando se escribe, se seduce o se muere en el intento.

401.
Quien ha estado en Venecia considera su deber anotar lo que ha descubierto. Una frivolidad de este tipo se paga cara; dicen. Y si lo haces es porque no tienes verguenza de caer en la cursilería.

No quisiera ser un lúgubre pero se me hace que Venecia ha muerto. Todo gira en torno a la explotación de su cadáver.  Es tan así que la primera palabra que se me vino a la mente cuando llegué a la Plaza San Marco fue; ataúd. Pero tal vez es porque está cantando la belleza de los sepulcros, esa belleza que da el decorado final de la existenciaPienso lanzarles un disparo de advertencia ¡No vayan a Venecia! Pero la supuesta muerta merece un homenaje, un saludo al menos.
402
A otra Venecia le ocurren las cosas... a mí me ocurren viajes interiores. 
Me habían hablado mucho de Venecia, había visto fotografías, películas cuya historia transcurre allí, nunca fue una meta soñada, tal vez porque la consideraba improbable. Pero héme aquí. 

Ocurre - también -  que la belleza siempre me deja mudo,  tal cual le ocurre a los serafines en la contemplación perpetua de Dios. Me refiero por supuesto sólo al acto de contemplación, no a que Venecia sea divina ni mucho menos sacra. Está  llena de accidentes en los espacios, los relieves y tejados, en la oscuridad o luz de los vanos en que los venecianos viven, ... pero a los que pasan como turistas se les llena de pensamientos y como dicen los poetas malditos; más vale pensar que vivir.

Más allá de los límites de un espacio, histórico o artístico, todas las ciudades tienen las coordenadas de un espacio mítico, donde se proyecta un imaginario que supongo va desde las aguas fetales hasta la laguna de Dante. Venecia no renuncia a ninguna de ellas.


El café más antíguo del mundo )1720).
  ... El famosísimo Florian, la cafetería más antigua de Venecia y la más cara. Un expresso espeso vale 22 Euro "si es con música" pero con camarero de chaqué en bandeja de plata. 

No recuerdo de qué escritor español. ¿La Colmena? Se decía que esas mesas eran lápidas con nombre y apellido.
No me atreví a leer bajo ellas. Pero bueno, me contaron que bajo una de ellas dice … Giacomo C. 
Y a quien llegue a beber un café "con música",  le sugiero que palpe con la yema de sus dedos, le haga el quite a los chicles pegados por indecentes y en una de esas; ¿Quién sabe? Podrá tener mala suerte en el amor, pero al tantear los bajo relieves quizas pueda leer:  Giacomo C. 


 403 El de la azarosa y poliédrica vida; artista premoderno que embelesó a mujeres, cardenales, reyes, músicos y pintores hasta convertir su nombre en una marca de seducción y un sinónimo de conquistador. 
Amante mítico de 132 mujeres y extraordinariamente galante y caballeroso, alquimista, ocultista y tramposo burlanga, para sus numerosas víctimas; hedonista pagano, ciudadano del mundo, viajero romántico y escritor, traductor de la Ilíada, presidiario demasiado habitual, acosado por la Inquisición, autor mucho más estimable que estimado, Giacomo Girolamo Casanova  o algún otro de mejor estirpe. ¿Sade? Raza del fin,  llena de patrones, cadenas, de la vida decorativa aunque tus lágrimas fueran ardientes, solo fueron ornamentos; pura literatura. 
Es la fe mundana capaz de encontrar epopéyicos, los contínuos fracasos que se entienden como fuente de consuelo con toda la candidez que tienen sus relatos.
La vía al cementerio, allí a la izquierda.
¡Y por las noches se mantienen tan oscuros y silenciosos como en tiempos de la Serenísima República, cuando los cuerpos de las víctimas, tras una secreta venganza, eran arrojados a la silenciosa profundidad del Canalazzo!
...
404
Noche en Venecia
Noche en Venecia, Todo está hecho de negaciones nocturna. El que me encuentre aquí como un punto inútil en la historia de la Venecia  y de los turistas.    
En torno a mí está el Adriático - un mar menor – pero el alma se me ablanda ante el espectáculo sin ruido. 
Al fondo,  los faroles encendidos de una costa visible e inservible,  puesta allí sólo para el deleite de mis ojos…
El mar cachetea los costados de una góndola hueca como meciendo una cuna, pero todo eso parece tan hondo, negro y tibio. 
Pienso en un poema para sentir el peso oscuro de la noche pero pienso en labios con lujuria. Si tú me vieras aquí, no me reconocerías navegando. Navegar es lo preciso. Ni aquí, ni allí. Tan sólo navegar sin puerto de partida y sin llegada.




Venecia es bella, bellísima y debió ser un sueño cuando estuvo boyante. Sucede que cuando veo una belleza, sobre todo femenina - y ésta lo es -  me quedo perplejo, comienzo a hablar bobadas incoherentes, alguna neurona trastabilla. Me viene melancolía veneciana. Dicen que es plaga endémica. 
Pero lo importante es ir, no importa a dónde. Lo importante es ir, sin llegar, sin destino. Irse perpetuamente, eternamente, sin fin. ¿Será este deseo el que llevó a los venecianos a conquistar el mediterráneo. conquistar Santorini, el Peloponeso y las islas de Eubea y Creta, ser temido por los turcos y transformar un espacio inhóspito e insalubre en una de las ciudades más bellas y ricas de todos los tiempos y a Marco Polo viajar hasta la Cochinchina?

405
Ocurre que se llaman peines de la góndola. Sus 6 dientes hacia adelante simbolizan los 6 barrios  de Venecia; el diente hacia atrás simboliza la isla de la Giudecca, el arco arriba del diente más elevado simboliza el Puente de Rialto, y la S que corre desde el punto más elevado hacia abajo . simboliza el Gran Canal.

Vista desde arriba la góndola no es simétrica – es decir, tiene forma de creciente lunar- está más curvada hacia estribor; lo cual permite al gondolero – situado en la popa y hacia babor - apoyar el remo en la forcola para impulsar la embarcación; en vez de hacer que ésta gire sobre sí misma.

Me llamaron la atención las forcolas, esa parte donde se apoya el remo y aunque no lo crean tiene la forma de una "V" de Venecia. Contemplé largamente la maestría del batelero que apoyando el remo en ese punto; frena, acelera, retrocede y vira.  Las góndolas son negras por ley.




Puse esta foto porque en ella se me vino una palabra  a la mente: 
"Llegué".  Me fumé un habano y recordé a cada uno de mis amigos. Todos.
Qué afán tengo el de compartir con ellos estas bocanadas, aquí a solas,  mirando el reflejo de las aguas nocturnas y escuchando el golpeteo de las olas en las costillas de la góndolas, imaginando que bajo este empedrado está también el agua, saturándolo todo.

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Los palacios oscuros y abandonados del Gran Canal, la bruma nocturna flotando sobre las aguas que se mecen con cierta agresividad; al fin y al cabo estamos en el Mar Adriático.


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Los pilotes que se anclan a golpes de martinete, las pátinas herrumbrosas y el moho enseñoreándose en  las esculturas encastradas en las fachadas, dinteles, ventanas y puentes, el crepúsculo ardiente, la luz del alba dibujando una ciudad nueva y sin extranjeros, sólo venecianos retirando la basura en sus gavarras, barriendo, abriendo sus puestos de frutos, olvidados palazzos y escondidas piazzas muestran a la Venecia que sobrevivió a Marco Polo, a los mercaderes, a la aristocracia, a Giacomo Casanova, a Bonaparte, a Visconti, al dibujante Manara y Atila y que sobrevive a los millones de turistas. 

Sí, será capaz de resistir los intentos de ser pintada, fotografiada y escrita por los que llegamos después. Mientras ella siga soportando, nosotros seguiremos intentando – para lo que somos buenos - la seducción de la ciudad más hermosa y decadente. Aunque sea como la Ofelia...de Everett Millais; un cadáver flotando en las aguas...



"En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida,
Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente,
recostada en sus velos..."                                               
  (Rimbaud)

Alguna vez se llenó de peregrinos, dignatarios, comerciantes, compradores, pescadores,  miles de remeros o soldados que esperaban subir a sus galeras para combatir en los mares. Alguna vez esta ciudad no tuvo el ruido de los motores y sólo se escuchó el grito de los embarcadores o el golpeteo de cientos de remos.

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Yo camino por Venecia y me demoro, en el arco de un puente y sus escalones, en los estucos.
¿Cuántas veces se les ha puesto una capa y otra y otra y otra de pinturas? 
¿Cuál de esas capas rayó o llenaron los ojos de algún histórico? Sthendal, Byron, Hemingway, Salieri, Monet, Pound . . . 
¿Qué es esto tan cercano a una tumba de ventanas cerradas en los segundos pisos? 
El agua golpetea en las escalinatas que dan a puertas cerradas y bajo los alfeizares de las ventanas con postigos no se adivina nada.
¿Vive gente aquí o es una puesta en escena? Los peldaños se sumergen en agua de mar hasta que se pierden por la oscuridad de las aguas como si los habitantes fueran seres submarinos.
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El hotel, al más puro estilo veneciano tiene sus paredes forradas en celeste satín y cordones de seda corren por rincones y cornisas. Las puertas están acolchadas. El mobiliario con patas labradas como garras de león tiene aplicaciones florales sobre su superficie también celeste. El chifonier - ¡ya nadie se acordaba de este mueble con tamaña palabra! - tiene perillas, tiradores y escudos con dorados para guardar la lencería. Venecia está secuestrada por su propia belleza. Tiene que imitarse a sí misma, ser fiel a sus formas, a sus curvas, a su estilo y a su imagen hasta que se hunda, se ahogue en su propia y marchita belleza.  
...
El hotel reservado con anticipación tenía un catálogo prometedor.  Lejos,  el peor de los hoteles que conocí en Italia.   La recepción;  en el descanso de una escalera clásica recargada de marquetería,  créeme que es de magnificencia palaciega...pero me dicen que la pieza está en un tercer piso ... a 12 metros de distancia ... ¡y en otro edificio!    Tienes que caminar una callejuela de 1,20 mts de ancho ... y el comedor, con cielos de artesonado y muros parecidos a los del café Florian está en el segundo piso... a pocos 6 metros ... ¡ Pero de otro edificio!  ¡Tres edificios para un hotel. El recepcionista era como el anfitrión del circo Chamorro; recepcionista, conserje, cargador de maletas y tal vez el dueño...creo que lo vi haciendo pan.
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Puente de los suspiros. ¡...! En remodelación. Me demoré 20 años en llegar y está en remodelación.
Pero...pero a fuerza de saber de él, me encuentro con una verdad. 

"Ningún prisionero que merezca recordar su nombre, o cuyas penas hayan provocado compasión, ha cruzado nunca ese Puente de los Suspiros que constituye el centro del ideal de Venecia concebido por Byron. Ningún gran mercader de Venecia vio el Rialto, bajo el que el viajero se demora ahora sobrecogido de interés.
La Venecia de la ficción moderna y el drama es algo que pertenece al ayer, una simple eflorescencia de la decadencia, un sueño puesto en escena que con el primer rayo de sol se convierte en polvo."


Sí; 
Venecia es proscenio.
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De Venecia tuve noticias por las postales y lágrimas que alguien alguna vez me confidenció en los pasillos de la escuela. Veo su nombre en un diccionario de la memoria; Raquel Vidal ...me dijo: llegué a la plaza San Marco y lloré. No esperaba llevarme una sorpresa tan enorme en la Plaza, sentirme anonadada, conmovida hasta lo más profundo. Noté que los ojos se me llenaban de lágrimas. A los 27 años no sabía que en la vejez lloraría a menudo, por cualquier motivo, por nada...  Recuerdo que a su lado estaba Cecilia Jiménez, sentada con una carpeta de croquis -   Nunca le creí pero me dije: ¿Qué es eso de llorar por un espacio público? ¿Qué espacio produce emoción? Sería exagerado afirmar que mi relación bibliotecaria con Venecia fue hostil; pero sí fue sospechosa. Yo vivo, yo me dejo vivir por Venecia, me dejo envejecer por ella y me dejo flotar,  para que mi memoria pueda tramar su texto y ese texto les haga vivir a ustedes lo que me han contado:
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Dejé mi sangre en Venecia ...
¡Qué manera de haber mosquitos! Debo usar camisa de manga larga... y traje solo una. Pienso en el "efecto mariposa" No debiera ser distinto al "efecto mosquito" ¿Cuál maldito macetero con flores colgando en este patio de luz, produce tan mal néctar como para que ellas prefieran mi sangre, mi temperatura acogedora, mi humedad tibia, mi olor nuevo, mi color púrpura y mis movimientos de sueño?  ¿A dónde irá ella con sus huevos flotantes a posar? ¿Qué vientos empujarán sus balsas cargadas de huevos? ¿El Bora, el Siroco o los vientos maestrales del verano? ¿Los acogerán las velas de un barco a Sudamérica? ¿Por qué se quedan en este hotel forrado en satín y prefieren morir atrapadas en una telaraña tan parecida a sus bordados y encajes? Porque Venecia es bella...
Hay algo meramente físico, algo elemental en el viaje real que es maravilloso. La fatiga, el esfuerzo, el miedo, el hambre, la duda. Un nivel básico de supervivencia en un trayecto desconocido.
Me perdí una vez más y para eso está la foto; para recordármelo. Aquí iba de plaza en plaza perdido porque a pesar de ser de día, no sabía dónde estaba el sol. Estos espacios parecen tragarme...una y otra vez




















413
Se ha convertido en mí un hábito de viajero, perderme. Me perdí, se perdió, nos perdimos. Estoy destinado a perderme y sólo algún instante de mí, podrá sobrevivir en alguna página de un callejón, para caer sobre los puentes y canales y las miles de plazas sin nombre y con un pozo al centro que son los patios comunes. Lo sé por las ropas colgando. Las limpias ropas lavadas como páginas de un cuento infantil que ojea y ojea el sol del Venecia en una biblioteca barroca de sombras y ornamentos dorados que son los reflejos de sus aguas sobre enaguas, pantalones y la camiseta del  9  del Palermo, o la entrepierna de sus piedras donde asoma la erección de una hierba. Me pierdo en la herrumbre y su pátina que sospecho atrapa los ardientes crepúsculo y cierro mis ojos para mejor oler y escuchar. Me cansa y me llama.
Es suave Venecia, es húmeda y tibia. Es la más hembra de la ciudades, más allá de sus fastos, la invisibilidad o esa leve sensación de distante, inasible  y el silencio que constituyen su esencia.  Está esa sensación de habitar en un seno materno.
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414
Hay puentes en Venecia, claro que sí , pero no siempre están donde unos los necesita. A veces es necesario cruzar el Canal y no hay un puente cerca. En esas situaciones pide un traghetto. Todos los traghetti algún día fueron góndolas. Cuando las góndolas ya tienen tiempo operando se les quitan los asientos lujosos, los adornos, convirtiéndose en traghettos, austeros, ideales para el uso rudo y sin glamour. Eficientes.
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Poco a poco voy cediéndole a ella toda la historia que me han contado, termino por creerle. Aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar los recuerdos de otros, le creo. 
No me mintieron ni era sus cuentos, excesos. Por eso nunca debo desmerecer los sueños de otro. Hay que saber mimetizarse en la emoción de los otros para hacerse más grande…
Pero la verdad es que Venecia lucha con mil incomodidades: ratas, palomas, precios excesivos, moscos, basura, marea baja que seca los canales y hieden y la plaga perpetua de los turistas a los que pertenezco. 
¿Quedarán 40 mil venecianos? Menos. ¿Qué sienten sus habitantes cuando sus espacios son ocupados por la peste de langostas cargados con sus cámaras? Tal vez ello explica los postigos cerrados en las ventanas con mirillas,  a los que no entra la luz ni la curiosidad impertinente para preguntarles ¿Qué estás comiendo? ¿Cómo duermes? Creo que el verdadero acierto de un turista,  es conocer un veneciano y escucharle hablar en su dialecto...
Aquí nació Vivaldi:   apodado il prete rosso ("el cura rojo") por ser sacerdote (católico) y pelirrojo.
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416
La Basílica de San Marcos tiene los restos del evangelista San Marcos, pero me encontré con la curiosidad y sospecha de que también estarían los restos de Alejandro Mango, incluso los restos del evangelista serían los de Alejandro Magno.
La tumba de Alejandro fue uno de los lugares más célebres de la antigüedad.  Ahora todos queremos saber por qué se pierde la pista a finales del siglo IV. (El momento, triunfal del cristianismo) La historia de los restos del rey macedonio y el monumento destinado a contenerlos, el Soma, está envuelta en especulaciones, misterio y leyenda
¿Bajo la cripta de la mezquita de Nabi Daniel en Alejandría?     No se sabe
¿Entre los millares de momias doradas del oasis de Bahariya?     Quizás
¿Desmenuzado en mil reliquias y amuletos de la antigüedad?           Tal vez
¿En el oasis de Siwa                                                                      No era verdad.
¿Bajo el altar mayor de la basílica de San Marcos en Venecia?  Habría que ver.
¿Alguien se atreve a hacer alguna prueba del carbono en el supuesto cuerpo del evangelista?
Déjame decirte que los caballos de la basílica son réplicas,  como tantas cosas puestas para ti.

¿Creés que soy un erudito en Alejandro Magno?   Nones.   Pasa que me han regalado el libro de Valerio Manfredi; La Tumba de Alejandro, sabiendo que es mi personaje histórico señero y en sus páginas me encontré con este dato: Los restos de Alejandro Magno  - el personaje histórico que tenía el proyecto estratégico-ideológico de todos los tiempos estarían en la Basílica de San Marco.
Dicen que si el mundo hubiera sido de Alejandro Magno y no de Augusto, la Humanidad hubiera conocido la civilización de la armonía y del arte, de la fantasía y del equilibrio en el que el agonismo habría sustituido a la violencia, la filosofía habría reinado por sobre la ley. Es el símbolo de la añoranza por un mundo nunca construido y solo soñado. Ah! los ilustres académicos y sus diletantes.

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Cuando en la Plaza San Marcos las palomas tiene el piso hecho pebre
según me lo confirma Robinson Monsalve.
Y resuenan las pisadas Proust,
el talón Borges, 
los juanetes Mann, 
los tacones Dickens, Sartre
y el calzado Marco Polo
persiguiendo en esas húmedas un verso de Petrarca
para confirmar que es la jaula de las aguas
quien huye de su pájaro marino
y el ojo de su lágrima nostálgica.
Y reconozco en su discurso a lo Monsalve
que el pebre es aroma de los manteles familiares
de los duraznos secos del patio de su casa
y los higos hijos de febrero sentados a la sombra del nogal
cuando te apuñalan negras las nostalgias
en el patio del regreso, en horarios de la siesta
y no en la plaza vieja de San Marcos de Venecia.

Verbalizando este relato con mi amigo Marco Moreno concluimos que Venecia hoy, no tiene alma; por eso el desosiego al recorrerla. Eso inquieta a cualquiera.

418
EZRA POUND
Me he encontrado con muchas estatuas de poetas pero en los muros, tan solo a dos; Pablo Neruda y Ezra Pound.  
Es verano en Venecia. Subo al vaporetto y voy a la isla - cementerio de San Michel. Y allí busqué la tumba de Ezra Pound. (Patio Evangélico XV sepulcro 55, por si vas.) Ya sabes que fue declarado loco y traidor a su patria. Loco de tantas voces como llevaba dentro: las voces de El Cid, "¿Cantan aún los gallos del Cid al amanecer en Medinacelli?" ¿Cantas todavía José Agustín?  La voz de Adams, de Marinetti, la voz de Casanova llamándole desde su casa con vistas al Gran Canal.
Larga fue la búsqueda por aquel cementerio, un húmedo mediodía de fuego.      
Ezra Pound murió en Venecia el 2 de noviembre de 1972.


419
Pero esa no es la tumba del poeta. Mas esa tumba, tiene un sombrero sombreando la memoria, lo remarco para que no  olvides que siempre calzo sombrero.
Había algo tan sagrado, tan majestuosamente sagrado, en ese silencio que no quise romperlo siquiera con mi ansiedad por encontrar su tumba. El tiempo y el lugar eran míos. Serán tuyos cuando vayas. 
En el patio estaban los muertos, el graznido de una gaviota parada sobre el duomo de un mausoleo  y el olor del pastizal recién cortado. 
Le busco para decirle. Tras un largo y errático paseo me encuentro con una lápida de suelo muy parca. Sólo estaba el nombre contundente  y nada más: Ezra Pound. Ezra me ha dicho desde la placa:

- Me encuentro ocupado en morir. Procuro hacerlo tan lenta y públicamente como sea posible.

Inmensas palabras. Regreso al muelle. ¿Cuándo mueren los artistas?

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Gran codicia de todas las bellezas es la sangre nublada del verano, ese crepúsculo distinto a todos los que he visto.

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Mientras esperaba el vaporetto vino ella, "...el fantasma vino,  y se sentó en una silla, no sé dónde y se puso a hablar, a hablar, como no lo haría hace tanto tiempo. Estaba otra vez joven y recitaba poemas cósmicos, decía cosas inmortales, bellas, inmensas, como la ciudad de Venecia, como el paisaje de Castilla, como las montañas de la Luna. Yo escuchaba y olvidaba. Porque todo eso se olvida, y no se debe recordar." (Miguel Serrano). 

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Fotografié unos mejillones adosados a los postes del muelle. Eran pequeños y como yo, casi  invisibles al recuerdo del catafalco que desembarcó en esa isla con un poeta inmortal.

"¿Qué otra cosa quieres tú, mundo, sino transformarte en invisible dentro de nosotros?". 

Iré a almorzar me dije y me fui. No tenía a quien comentarle esto. Luego de ver la naturaleza muerta que estaba sobre el mostrador, me comí unos espaguetis con gambas, calamar, pulpo y almejas, con mucho vino blanco, mientras mi rostro bajo el sombrero huía del húmedo calor.


No todo consiste en moverse, sino en saber mirar...
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Ha habido en mi vida - que ya me parece larga - espacio para deleites exquisitos, experiencias inolvidables, instantes de tal felicidad que se diría puede uno acariciar las nubes del asombro. Los destellos de la perplejidad. La alegría de tener una salud vigorosa, la fuerza física para soportarlo todo animosamente, la actividad mental libre de preocupaciones, el apetito perfectamente voraz, la sed justa, las noches de sueño fácil, delicado, sin soñar, el placer de disfrutar un rito. Pero todo eso sucumbe al paso del tiempo,  por eso narro lo que sigue.
Canaletto 1770- Plaza San Marcos y la basílica.

Déjenme contarles lo que es abrir - descorchar - una botella de vino Chardonnay en la Plaza de San Marcos a los acordes de una pequeña orquesta tocando la música de Ennio Morricone o de Piazola en un atardecer y  sosteniendo con cinco instrumentos la danza de los cisnes de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Aparece el garzón con su bandeja de plata cubierta por un lino blanco. Sobre ella dos copas de cristal llenas hasta las coronillas de hielo. En la cubeta; la botella. El balde, también cubierto por un impecable paño de lino blanco, deslumbra. Me aterra pensar que el garzón verterá el Chardonnay en las copas llenas de hielo. Lo vi hacer a una encantadora pareja de argentinos que me acompañaban y con vino tinto, (eso fue en Sorrento) pero – me doy cuenta que tiene los dedos delgados y largos – toma la copa del pie y hace girar los hielos dentro de ella.
No se está luciendo, está disfrutando como un niño el equilibrado giro de los cubos de hielo dentro de la copa. Los cubos de hielo son depositados en la cubeta y una lámina de frío vapor y espeso, baña el interior del cristal de la copa. En él se refleja en diminutos duomos de cristal, la Basílica de San Marco.
Mueve la copa ante mis ojos y sonríe. Estoy frío; las copas también. Sus ojos son verdes. Acto seguido, de su chaqueta blanco intachable (chaqué de humita) y parado a una distancia correcta, extiende sus brazos y retira la botella de la cubeta con las dos manos para que descanse en ella la botella de Chardonnay, me la exhibe; seca y apoyada sobre el paño de lino. Compruebo que es la cepa y casa del vino solicitado. Procede a hacer rodar el cuello de la botella con el corta cápsulas entre sus dedos, hasta que desprende - sólo en parte - el forro del cuello de la botella y deja colgando la tapa sin desprenderla... Vuelve a tomar la botella y comienza a extraer el corcho con los brazos extendidos hacia mí, ufanándose de su fuerza. Lo descorcha sin ruido. Toma el corcho con sus dedos delgados y lo hace girar frente a sus narices. Lo huele teniendo a su favor la brisa del atardecer de la Plaza San Marco. Sonríe como si viera las vides o viajara sobre una barca. Ha dejado el corcho adherido, preso, abrochado, anudado como parte del forro, al cuello botella. el corcho no está azumagado...no tiene olor a hongos...está sano... Es un arte. No creo que yo pueda hacer eso en casa. Toma la botella por la mitad inferior y me sirve la dosis justa para que yo paladee.
Ante tal acto de arte y eficiencia,  no me queda más que ser comedido y acompañar el rito. Hago girar el vino dentro de la copa. Huelo. Creo ver en ella visos naranjos. Son los tonos naranjos del crepúsculo con luna que se reflejan en el exterior de la copa empañada. Me mira complacido de mi aceptación. Digo que en ninguno de sus gestos hay exceso o gesticulaciones aparatosas. Es un perfecto danzante. Desde la punta de sus pies hasta en el vaivén de la cabeza hay una seria ceremonia del servir sin ser apabullante, grandilocuente y mucho menos; tosco.
En el acto del descorche no levantó los codos, ni se llevó la botella al pecho ni la puso entre sus piernas. El balanceo correcto estaba en el juego de sus muñecas. Desde allí movió el tirabuzón en justo equilibrio con su posición y la distancia del cliente.
Una vez que apruebo, me sirve y veo el corcho aún adherido al cuello de la botella, enlazado por el forro. Con la copa llena en su medida justa,  las campanas de Venecia me celebran, busco de dónde llaman. Están arriba. Levanto la vista al cielo para buscar un poco de esperanza, para que este momento no termine

No, Venecia no es el paraíso, pero te llena de visiones, sobre todo, del tiempo y de sus encarnaciones; del arte menor como en este caso, de vida y muerte en otras instancias tal vez más importantes y relevantes. 
No busco la belleza, eso se nos concede por añadidura. Busco la plenitud y la encuentro pero ninguna palabra viene a mí para decirla.
Volveré mañana por otra dosis.
Creo que la palabra Sarabande... y el sonido que inventa Haendel es la atmósfera correcta... para este acto perfecto...

https://picasaweb.google.com/111660940117609702274/Venecia?authkey=Gv1sRgCP6R7Ibn8vHd-gE#5641250857904763762
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424
Sin embargo, muchas de las cosas que adoro no resisten la exigencia que impone el recordarlas. He vivido momentos estelares y otros estrepitosos. Tal vez se vive en estado de estrépito.  Me gusta con delirio el mar, sospecho que lejos de él mi vida estaría incompleta,  por lo que me obligo a soñarlo cada día,  creo que moriría en una ciudad sin mar. Por eso me allego al bamboleo y a los crujidos del muelle. Y Venecia tiene cientos de ellos donde cabecean las proas de sus góndolas.   
No sé si ya lo dije pero todos tienen un lugar de Europa en su corazón, aunque no lo sepan,  y si creyeran saberlo, se podrían equivocar.   Bastará que pases por ese lugar y el corazón te avisa.     El lugar nunca es,   pero nunca... el que uno cree...
https://picasaweb.google.com/111660940117609702274/Venecia?authkey=Gv1sRgCP6R7Ibn8vHd-gE#5641247945462617650


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Todo lo que había leído y visto sobre Venecia queda muy lejos de la experiencia real de estar allí.   
El olor, el aire, el ruido de las embarcaciones, de la proa de las góndolas al golpear contra el muelle, justo al pie de mi ventana y delante de nuestro hotel.   Y luego, en días sucesivos, las callejas y los puentes que los turistas ni pisan, apretujados todos en la plaza San Marcos y cargados de máquinas fotográficas, Venecia te va poseyendo.    Si retrocedieras siglos, no te darías ni cuenta...
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426...
Navego en sus canales con solemnidad y silencio, despacio.   Me he sentado en la escalera de algún puente.  Tomo mi desayuno en el comedor del hotel.   Es un lugar tan lleno de historia que te conecta con algo interno, algo muy fuerte.  No puedo dejar de pensar en bailes de máscaras, encajes y medias de seda, en promiscuidad...amor libre.
427
Tuve una pasión:  Tener un par maniquíes en casa y  los busqué pero no sabía cual elejir exactamente, por lo que la pasión persistió hasta causarme obsesión.
Hace años yo traté de librarme de ella y pasé de las mitologías de las mascaradas y carnavales,  a juegos con el tiempo y lo infinito, poetizando, pero esos juegos ya no son míos. Fueron siempre del que fui .

Estos son los maniquíes que quise. Estaban más allá del tiempo, la distancia y del posible dinero...  estaban en Venecia...





428
La máscara, usada originalmente por los doctores en los días de plaga, se convirtió en símbolo de fiesta y broma.   Fue convirtiéndose en un símbolo de juego, inmoralidad y libertinaje.   Razón porque se dio inicio a su prohibición en la Serenísima República de Venecia.
Se prohíbe usar la máscara en los lugares de culto como iglesias o monasterios, evitando así la entrada de hombres disfrazados de mujeres en los conventos.
Se prohíbe el uso de máscaras por las prostitutas y los hombres que frecuentan los burdeles.
Se prohíbe el uso de las máscaras en los casinos.
Se prohíbe, a las mujeres, ir al teatro a SIN una máscara. 
..Otra vez viene ella a susurrar:
Perdámonos en  sus bailes , intuyámonos detrás de las máscaras, tardemos en descifrarnos, enlentezcamos el tiempo, saboreemos la magia de descubrir quienes somos a treinta centímetros de distancia. A veinte. A diez. Tu aroma equivale a la magia que fulgura y todo lo abarca.  Inconfundible magnetismo. Mis pies descalzos siguen el oleaje de las aguas que se rompen en las escalinatas y comienzan a danzar rozándote apenas como un viento sutil.  Me tomas del brazo hasta sentirme concreta.  Nuestros pies se mojan, las aguas ascienden multicolores. Con la marea nos llega el  reflejo de las estrellas y las luces tenues de las calles y de los arcos. Tu boca... ¡¡¡Ahh tu boca...!!!  Me hiere, me lastima , me solloza, me denutre, me tiende la emboscada de mirarme en el reflejo de tu savia y entender quién soy, si estás ahí, bebiéndome...
...
MURANO
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... colegas en labores...
...Y puesto que el hotel dispone de una embarcación para visitar Murano y acceder a una demostración de fabricación de objetos de vidrio... me subo a la lancha y parto. 
La lancha es de película.  Hunde su popa en la estela y cruza hacia el mar abierto entre unos postes que - si miras con atención -  son rutas.
Para variar hay monumentos en el agua.




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Mi amor a lo ornamental existe porque siento en él,  algo idéntico  a la sustancia de mi alma (Pessoa)

Después de 1291 la industria del vidrios emplazada originalmente en Venecia se desplaza y concentra en la isla de Murano, no sólo para evitar incendios pavorosos como el ocurrido el año anterior, que arrasó media ciudad, sino también  para tener vigilados a los operarios. Ellos tenían prohibido ejercer su oficio fuera de los confines de la República, con riesgo para su vida y familia si lo infringían.


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Entro a la factoría donde hay demostraciones del arte del soplado del vidrio.
Cómo decirles a los sopladores de vidrio que su diseño es de mal gusto.
- ¡Tú qué sabes!  - me responderían.
No puedes ver el oro que da el tono rojo a los vidrios, ni el cobre que tiene el azul, y sí la transparencia perfecta del cristal...pero el diseño es de mal gusto. No importa el caro valor del objeto. Ni siquiera el soplo que el artesano imprime a la forma,  es soplo de vida. Ese arte ha muerto.
Camino por todas las tiendas de Murano hasta que encuentro una tienda con diseños sublimes.    Veré si encuentro la foto.
Este será el regalo para Edith, mi brazo (derecho) armado,... no sé si hará juego con sus ojos verdes...   Sí;  combinarán...
...
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El mar de Murano es espeso, es de un azul - turbio - ni  parecido a nuestro limpio y fresco océano Pacífico...
Me siento en un restaurante y pido una insalata di fruti di mare y el vino en un calice divino, di vino, miren de donde viene la palabra de dios, del vino.
El menú del giorno: Choritos, almejas, pulpitos, zapallo, pimentones, zanahorias,  lechugas,  y una cosa  blanca como nuestro ulte que asumo debe ser "il fruti di mare".

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Y AUN MÁS.

















De pronto bordeando algún canal y saltando desde un puente me tropiezo con un sepelio. Desde una fachada con escalinatas al canal,  sale un féretro que es depositado sobre una góndola.  La vida se expresa.  Aún muere gente en Venecia.   Y se me vienen a la memoria trozos de un cuento de mi amigo Roberto Briones.
...
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...Te lo dije la noche anterior. Soñé que había estado aquí, en este puente y que ahora reconocía cada piedra, cada balaustre y el sonido de los pasos solemnes que todos al cruzarlo imprimían a su paso. Me vi escoltado por dos guardias con petos de suela fétidos y calzas agujereadas que flotaban sobre sus rodillas. Oigo el sonido lúgubre que hacen las cadenas que traban mis pies cuando rozan el empedrado y el golpe seco de las picas de los centinelas que acompasadas golpean el suelo. Aterrado me abracé a tu pecho, metí mi cabeza debajo de tu ponchito peruano de alpaca, suave, tibio y guarnecido con esas llamitas tiesas y geométricas que acogieron mi llanto desconsolado, porque presentía la muerte y te dije que te quería como nunca a nadie había querido en el mundo y que te amaría la vida entera, hasta que la muerte nos separe y os juro por Dios, señora mía, que nadie os ha amado como yo os amo y que muero feliz y gozoso porque os llevo conmigo, que no temo al cadalso ni a la muerte porque mi crimen es que vos seáis hija de vuestro padre y que yo haya cometido la herejía de amar en vos a la Santa María, porque sólo yo sé que vos y ella sois una misma persona.
Muerte, te vimos sobrecogidos desde la cubierta del “vaporetto”, cuando nos alcanzó aquel funeral que nos dejó enmudecidos el resto de la mañana y sólo recuperamos el aliento cuando nos sacamos la fotografía que hoy envejece y se va esfumando con las tardes de otoño. Negra era la góndola, silenciosa y gigantesca. Al medio una urna de ébano, atrás, los parientes y los amigos dolorosos. En la proa, una mujer solitaria, hermosa como el rocío del alba con su velo al viento rozando el catafalco de ébano y todas las campanas de Venecia tañendo a muerte, las de Santa María de la Salute, las de San Marco, las campanas de Frari y de San Giovanni e Paolo, las campanas de los Gesuati y de San Sebastiano y ustedes, campanas de San Giorgio Maggiore y de la Giudecca. “Debe ser alguien importante”, dijiste mientras hacías sobre tu pecho la señal de la cruz y yo contengo mi aliento porque conozco a la mujer de la proa y heme aquí reviviendo sueños, intentando saber qué es verdad y qué es ilusión, que permanecerá y qué se irá. Entonces me doy cuenta de que no son reales las torres portentosas ni la ciudad que edifiqué a sangre y fuego, con sudor, lágrimas y mucho dinero. Que la pareja que se abrazaba en el Puente de Los Suspiros esa gélida tarde de otoño también era sueño, como lo era la declaración de amor que brotaba de mi garganta cuando te dije entre tus pechos que tiritaban de amor y de frío, que te quiero, que te amo, Negrita de mi vida, que eres para mi la vida entera y que como os amo, señora mía, alondra del alba, lucero del atardecer, amor de mis amores, Santa María hecha carne. Que no temo a la muerte, porque muero por vos y para vos, que este estéril sacrificio es mi último homenaje a tu belleza sin par, al amor que irradian tus ojos, luceros del alba, faros en la tormenta, mientras arrastro mis cadenas lastimeras hacia el silencio sepulcral que me espera al final de este pasillo tenebroso. Que era sueño la cuerda grasienta que se cierra sobre mi cuello y el silbido sutil de la espada del capitán de la guardia cuando desciende cortando el aire, ordenando al verdugo que abra la puerta bajo mis pies, que lo único real es este cristal inmaculado que tengo pegado a mi frente y el cielo azul, diáfano y transparente junto al gélido viento del norte que se cuela no sé por donde, al interior de esta caja enorme de ébano y bronce que me cubre, mientras repican a muerte todas las campanas de Venecia, porque yo soy un hombre importante.
Roza suavemente a esta caja negra, mi catafalco que me envuelve por última vez y para siempre, tu velo de viuda inmaculada, amada mía, amor de mis amores, señora mía, lucero del alba, voz de plata de Santa María, la única, la que Dios eligió entre miles en la eternidad para que fueras mi compañera para siempre y eres tú la mujer hermosa y doliente que va en la proa de esa góndola negra, silenciosa y gigantesca, que surcaba sin ruido el Gran Canal hace treinta y seis años, esa mañana y todas las mañanas de Dios, con ojos de lágrimas, voz de llanto contenido y tu negro velo meciéndose sobre mí, como sombra premonitoria de muerte...
(Bramante)

Debe ser sublime y hermoso tener la fortuna de ser amado y honrado en Venecia.
...
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Dice Gherardo Ortalli: Nínive está acabada. Babilonia está acabada. Venecia permanecerá.   Esto es; ...las piedras permanecerán.    Las personas no”. 
Pienso que siempre, siempre volveré. Otros lloran cuando salen de Venecia, para que eso no te pase; júrate volver.
436:
Ahora recuerdo el color del crepúsculo que me persiguió en Venecia. Era el "Crepúsculo en Venecia" de Claude Monet.
Viajar es habitar el presente,  por lo cual la  vuelta sobre la huella de los propios pasos es un ejercicio estéril y una patraña literaria de poco vuelo,   porque suele reducirse a patinar en la superficie de lo de verdad vivido. Nadie debe volver. 
¿Tú qué crees?

Venecia es un enigma frente al que cada escritor se siente convocado a contar su experiencia singular.  Venecia implica cierta futilidad del espejo en el agua. En esta ciudad, el paseante descubre sorprendido un paisaje dentro del paisaje, la metáfora de la luz, la parábola del agua y su espejo. El agua es brujería, es agua lunar, algo mortuorio, una linfa melancólica que al correr entre las grietas provoca lo que llama la enfermedad de las piedras. Según la hora del día, se transforma en una ciudad quieta, seca, como colocada sobre un espejo El agua se vuelve negativa y sólidamente amenazante..Venecia: es un sueño que vuelve durante el resto de la vida

¡ Ciao !

Parece que se trata de un apócope de "schiavo" (esclavo) que en véneto se dice "sciavo". Es el saludo que en tiempos se hacía en Venecia, diciendo “schiavo vostro!”, que venía a significar más o menos “esclavo suyo”, para mostrar los respetos hacia la otra persona, una especie de; “para servirle” o “a sus pies”. Con el tiempo ese “sciavo” degeneró en “sciao”, dando lugar al omnipresente y simpático ¡ciao!

3 comentarios:

Unknown dijo...

Sublime Venecia. Sublime tu relato. Puedo tocar tu emoción ante esa pequeña placa. Tu puro amor a la vida.

Unknown dijo...

No puedo resistirme a estos pequeños versos:


Isla cementerio San Michele y EZ


me abanico con tu sombrero sobre la tumba de la memoria
y me tiendo a morir un poco
a descansar del mediodía

presiento que se aburre al sol su austera placa
de esa extraña manía de andar ocupado en su propia muerte
¡ cómo si fuese la inevitable opción de los surcos…!

garabateo su nombre sobre el césped del recuerdo
un leve vaho de eternidad y paraíso
se esfuma en el color de las pequeñas flores

¡destino de poeta morir en Venecia …!
Una góndola sin viuda ni
lágrima
fragmenta aún, en lo oscuro del agua
su último poema


lunes, 22 agosto, 2011

Cristian dijo...

Nunca he ido a Italia y por eso me gustaría tener la chance de viajar alguna vez a una de las ciudades de dicho país. Ojala que pueda llegar sobre todo a un gran precio ya que es mucha la distancia que separa a nuestro país del mencionado. Por eso quisiera conseguir la chance de volar con lan argentina.