La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

TORNA A SORRENTO, CARUSO (Lucio Dalla)


Grand Hotel Excelsior Vittoria. Donde Caruso vivió los dos últimos meses de su vida Visto desde la Marina Piccola.









He guardado durante demasiado tiempo mis recuerdos de Sorrento, las fotografías, demasiado. Las sensaciones capturadas se vuelven opacas, la imaginación accede a esos rincones y pone invenciones. Me decía; algún día podré contar algo extraordinario de este lugar. Su magía es tal, que obligadamente debe tener historias, pero ahora no conozco ninguna,  no me ocurrió nada digno de contar. ¡Qué puedo decir.  Pero ha llegado el momento.
Sorrento es una ciudad sobre el acantilado del golfo de Nápoles, en la costa amalfitiana. Al llegar se ven los tres edificios del Gran Hotel Excelsior Vittoria.  Creí que solo uno de ellos era el hotel y en algún balcón debió asomarse el tenor de todos los tiempos; Enrico Caruso, pero cuál? Tengo muchas fotos de sus balcones y aún no adivino dónde Caruso contempló este mar.
A pocos pasos de la plaza principal existe un profundo y estrecho desfiladero de 30 y más metros en vertical caida.  Creí que era un parque abandonado a la vegetación, pero eran viejas construcciones de piedra - de varios pisos - cubiertas de vegetación y muy húmedas, que podía observar desde los baluastradas a vuelo de pájaro, era el famoso Valle de los Molinos. Son de misterio las impresiones que pruducen al observar algo tan peculiar. Modifican la percepción del espacio urbano de forma significativa y te llenan de incognitas. Habrá que investigar, preguntarle a un paisano.
Es una bellísima ciudad Sorrento, con calles cargada de limones y naranjas que en primavera desprenden un embriagador perfume de flores, Con los limones se elabora el famoso limoncello.  (Ya me lo tomé y no es tan bueno como dicen). 
No se trata de un limón cualquiera, sino de un limón grande y oloroso. No me van a creer; los que ví a distancia, los confundí con melones.
¿Serán de aquí esas masitas rellenas con ricotta que llamamos sorrentinos y que se adoban con pesto?   No vi ni uno.   ¡En  Italia no saben lo que son!   ¡Esos raviolis grandes y rellenos con mozzarella, ricotta y nueces no los conocen!    Entonces está claro, el nombre debió inventarse por este lado del mundo en un restaurante llamado... Sorrento.  Seguro argentino. Bachichas, no sabeís lo que os estáis perdiendo.
Debes pasar por Sorrento si quieres ir a Pompeya y antes de eso, almorzar temprano con un buen vino toscano y cuidar que tus compañeros de mesa, no sean argentinos del tipo que le ponen agua mineral al vino. Pero eran amables personas y adorablemente gentiles, matrimonio experto en mi debilidad; los helados y los hice mis camaradas para la jornada del día.
Supuse - y bien - que por allí se entonó Torna a Sorrento, que se filmaron películas en sus entornos; Vittorio de Sica-Gina Lollobrigida: Pan, Amor y Fantasía. Anna Maganni-Visconti; Bellíssima. Pensé en Caruso y en la canción Caruso de Lucio Dalla.

No fue en la Plaza Tassio ni en sus calles con naranjos, ni en el profundo y misterioso Valle de los Molinos,  sino en la primera imágen de Sorrento que asomó a mis ojos;   el Gran Hotel Excelsior Vittoria - la imágen de la primera foto - donde surgió la historia, mito, leyenda, mentira ¡Qué importa, la intuición no falla!
Según cuentan, Lucio decide dar un paseo en su barco, rumbo a Capri. Un fallo en el motor y la barca fue remolcada hasta el puerto de Sorrento para repararla en los astilleros de Marina di Cassano. 
Su amigo Lucas Fiorentino, propietario del Grand Hotel Excelsior Vittoria, le invita a alojarse en su hotel. El destino solo tenía disponible el lujoso apartamento donde Caruso vivió los dos últimos meses de su vida. Se conservan allí intactos,  sus libros, sus fotografías y su piano.    La suite Caruso la habita Caruso.
En la mañana, parado en las terrazas y disfrutando la hermosa vista de la Piccola Marina,  un garzón le cuenta una historia que lo inspira y que él nos la devuelve con música.

Gran Hotel Excelsior Vittoria, Si alguien desde sus balcones gritará, no dudo que podría oírlo.
Esta es la historia:


El gran tenor Enrico Caruso 
de la terraza de este albergue, 
uniéndo en el amor y en la belleza 
Nápoles y Sorrento, 
pasó días felices ofreciendo el último testimonio 
de su bello canto



Triste, con la mirada perdida en el Golfo de Sorrento, Caruso contemplaba el horizonte,  que son las manecillas del reloj de su vida desvaneciéndose.  Era 1921.
Alejado de su esposa e hija por unas semanas, ante el cáncer que lo llevaría a la muerte, Caruso, se aferró al último suspiro de su vida; un amor imposible y platónico.

Qui dove il mare luccica, 
e tira forte il vento
sulla vecchia terrazza
davanti al golfo di Surriento.


Aquí, donde el mar brilla
y el viento aúlla ... 
Cultivó la ilusión - cómplices son el aire, la belleza y el encanto de Sorrento -  que su salud podría mejorar.  Él, el Maestro de renombre mundial, recibió muchos pianistas, aspirantes a cantantes y dio clases de piano a una muchacha de Sorrento. 
El piano vertical fue trasladado fuera, a la terraza de la suite. Desde allí, algunas tardes cantó sus arias y las canciones  más famosas del repertorio napolitano clásico: "María Marì",  "Vuelve a Sorrento", "La Boheme" de Puccini y  "Tosca". 
Debió sentir también una enorme frustración al descubrir el intenso amor por una mujer y estar en el sitio desde donde se despedía del mundo. El amor era la muchacha que aprendía piano con él. Recordarás una canción de Doménico Modugno con una historia parecida.

uno uomo abbracia una ragazza 
dopo che aveva pianto
poi si schiarisce la voce,
e ricomincia il canto 
La Suite Caruso. Gran Hotel Excelsior Vittoria.












Te voglio bene assai 
Ma tanto tanto bene sai
É una catena ormai
Che scioglie il sangue tinto vene sai.
Visión de Sorrento desde el bus en camino a Pompeya.
 Vide le luci in mezzo al mare, 
penso alle notti là in America
ma erano solo le lampare
e la bianca scia di un'elica


Una noche de calor, no quiso renunciar a cantar para quien lo miraba con admiración, así es que - sintiéndose  mal -  acudió a la terraza con vistas a la bahía de Nápoles y el monte Vesubio Su canto fue una apasionada declaración de amor y sufrimiento; la mejor.
Su voz era tan potente y perfecta, tan bella y rica en tonos, que los pescadores, oyéndole cantar  y sorprendidos por la maestría de la voz  regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza del bello canto. 
Las luces de sus barcas  parecían estrellas flotando en el mar.
Caruso no perdió las fuerzas y cantó sumergiéndose en los ojos verdes de la muchacha apoyada en el piano. Esa noche su estado empeoró. Dos días más tarde, el 2 de agosto de 1921, moría en Nápoles. Tenía 48 años.
Su cuerpo fue retirado sigilosamente del Grand Hotel Excelsior Vittoria de Sorrento por su esposa Dorothy y trasladado al Hotel Vesubio de Nápoles para evitar el bochorno del amorío.

sentì il dolore nella musica,
si alzò dal pianoforte
ma quando vide la luna uscire da una nuvola
gli sembrò più dolce anche la morte


La canción de Lucio Dalla narra el drama de esa noche. La de un hombre enfermo que busca en los ojos de la muchacha un futuro imposible, un testamento de amor, un último concierto ante el mejor público; las estrellas, los pescadores y las luces del mar maravilloso de Sorrento.    Y lo hace con lo mejor que le dio la vida; su voz.
Así, en un proceso creativo providencial y extraordinario, solda diversas fuentes de inspiración; su deseo de dedicar una canción a Sorrento con el drama del gran tenor y su amor por el melodrama -  porque "Caruso" es melodrama - y escuchamos y sentímos la maestría de Dalla.
Lucio se fue al cabo de unos días, de la suite en el Grand Hotel Excelsior Vittoria pero llevaba en su maleta lo mejor de sus obras.

guardò negli occhi la ragazza,
quelli occhi verdi come il mare
poi all'improvviso uscì una lacrima,
e lui credette di affogare


Nacido en marzo de 1943, Lucio Dalla fue toda una personalidad en Europa. Bajito, de barba rala y sombreros cambiantes, tuvo una notable reputación como compositor para el cine y la televisión. Clarinetista y tecladista. Displicente con la guitarra. Su voz se hizo notable con Caruso.
Sus "humanitas", su sensibilidad, su habilidad para comunicarse con todos para escuchar y "sentir" los sentimientos de los demás  y hacerlos suyos,  provocó que Raffaele Lauro publicara la novela: "La canción Caruso - Lucio Dalla y Sorrento";   testimonio de la vida inusual, íntima y divertida del cantante de Bolonia. El título del libro se parece al título de mi post y seguramente en sus páginas  se cuenta una historia parecida. 
Murió el 1° de marzo de 2012, tres días antes de cumplir 69 años.  Su cuerpo fue encontrado por su compañero, el actor Marco Alemanno.
Vendrá del poeta Lucio  - Lucio el hombre, Lucio el bardo de la naturaleza, con sus pasiones, sus amores, su soledad, su melancolía y su maravillosa curiosidad infantil -  la magía de un Sorrento cargado de historias y mentiras que nos harán imaginar nuevos matices y escenarios de la vida. 

Los propietarios del Grand Hotel Excelsior Vittoria, ya han hecho una suite diseñada especialmente para Lucio.  Más moderna en comparación con la de Caruso, donde Lucio también tuvo que desplazar el piano - esta vez coreano -  a su balcón,  donde el encanto de la noche y el mar brillante de Sorrento escucharon   su canto,   su Caruso. 

¿Y cuál es el balcón de Enrico Caruso? Está en el primer nivel del edificio amarillo con arcos.

Te voglio bene assai
Ma tanto tanto bene sai
É una catena ormai
Che scioglie il sangue tinto vene sai.


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