La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

BAUTIZOS



Existen nombres de resonancias fabulosas como Zanzibar, un país que conocí en algún lugar del globo, al igual que esa argamasa del dios musulmán; Tombuctú, o el rimbombante sonido a piedra de Combarbalá, o el fastuoso Iparacaí, con el plumaje cantor en las arpas hirvientes de una radio a tubo y primo hermano de Curacaví.


Oh Patagonia, en tu pulcra piel de nido y anchurosa en tus copos de nieve, también reverberas. La roca turbulenta de esponja y magma que es Rapa Nui, tiene el retintín evocador del hombre desnudo, como Machu Pichu lo tiene de la selva, las nubes y los rezos sin el dios que nos llegó.


Son lugares que acogen sueños o prometen quimeras con esfinges y hadas, ogros y alienígenas, juventud y fortuna. Mucho para suponer, inventar y mentir; fabular. Y para reír, como bautizar bares con la luminotecnia sonora de un Zanzi – Bar o Bar-bazul.  Algo parecido a Hard–Bar o Bar-Paraíso; deformación sonora de la resonancia divina que es Valparaíso. Pero no poeticemos; aterricemos.

Hay nombres que llegaron en boca de ”personas hechas de una pasta especial, hombres a los que el infortunio, el hambre, la sed, la soledad o la enfermedad no mermó en absoluto su capacidad de resistencia pues parecían dotados de una voluntad de hierro hasta extremos casi inhumanos”. Fueron hombres en busca de parajes míticos, rumores y fábulas. Paladines con certeza en los embustes.

¿Quién puede equiparar el itinerario vital de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Gengis Khan, Livingstone, Amundsen, Scott, Juan Ponce de León, Alejandro Magno, Marco Polo, Alonso de Ercilla y Zúñiga, Fitzcarraldo, Richard Burton o Lawrence de Arabia? Pocos, y por ellos sus nombres quedan como sinónimos de asombro y proezas sin par dignas de imitar. Aunque sea en las calles con prontuario, patibularias, si bien estas últimas son bautizadas con nombres de vidas ejemplares como la de nuestros santos nombres o apóstoles.
Algunos de esos “extremos casi inhumanos” son monumentales encarnaciones del delirio y la gesta asesina. Y no me tiembla la mano adicionar a Hitler, Francisco Pizarro, Stalin, Nixon, Truman, Papas o Mao, Busch, Atila, Solimán, Napoleón. Ninguno de ellos será grabado y honrados con nombres de calles, ninguna ruta sufrirá la ignominia ni la afrenta. Pero por sobre todos ellos pongo en la fila a la criminal, anónima y oscura Democracia, esa disfrazada de “nosotros; los buenos”. 

Esa que a nombre de la liberté, égalité y fraternité nos ironiza con un ¿libertiqué, igualiquién y fraternicuándo? E inventa sus propios embustes; los Roy Roger, los Hombre Araña, los Batman, Capitanes Planetas o Locomotoras con su liga de superhéroes o equipos de excelencia y sus lugares extraviados como Ciudad Gótica, Tantauco o Ciudad de los Césares. Esa maniática creencia de tener un lugar sagrado a donde solo los dioses llegan, para descender cual Prometeo con la llama de la sabiduria y la justicia para iluminarnos, a nosotros; los hombrecitos probrecitos, cuando en verdad son voladores de luces, puros letreros de neón, que parece pero no son. Todo aquello digno del olvido, vergüenza y risa. Pero no politicemos, aterricemos.
Foto de J. A. Vásquez - Barcelona
  
Vuelvo del firmamento de los nombres y te escribo desde el primer peldaño de los bautizos. El bautizo de los boliches, esos con nominaciones causantes de un derrame cerebral, como por ejemplo: 
El Pollo Caballo en la Florida, 
El Chancho con Chaleco
El Quitapenas
El Oyo de don Toyo
La Piojera, que de solo oírlo ya me pica 
El Hoyo propiamente tal. 
Celebro la inventiva de la peluquería FaceLook o FaceBar. 
Las sangucherías El Lomo de Toro, Churrasic Park o Harry Complet, Sushitumare. 
¿Por qué se bautizan negocios con estos nombres? Porque expresan inventiva y la cultura noble del propietario guachaca.
¿Sabes de dónde viene el apelativo gua cha ca? De leer - al revés - Cachagua; localidad del litoral con narices fruncidas y manitas quebradas. Ergo; los guachacas tienen las manos firmes y las narices chatas o ganchudas.
Nostalgia, Ay nostalgia, que me traes esa vieja caricatura de acrílico amarillo que era un pie gigante - incluyendo sus uñas - sobre los techos de los taxis capitalinos promoviendo La Casa del Pie Chiquitito.
Cada cierto tiempo, no dejo de darme una vuelta Donde Golpea el Monito, la sombrerería donde un artefacto mecánico - un mono con sombrero - golpea hasta el fastidio el inmenso cristal de la vitrina

Bar, Bars, Cantina, Barra, Antro, Pub, Restobares y Restaurantes, que como todos saben viene de la palabra francesa Restaurant.
Dicen que un tal Boulanger, al inaugurar la primera casa de comidas, puso un eslogan en la entrada de su casa de comidas que decía:
«Venid a mí, los de estómago cansado y yo os lo restauraré con una sopa»
Ergo; restaurante.
Los hay aquellos que apelan a la nacionalidad: 

El Nacional para empezar. 
El Chilenazo.
La Fuente Alemana. El Suizo. 
El Zurcidor Ruso, que por obvias razones no sobrevivió al golpe militar del 73.
Para ensalzar las virtudes republicanas está El Republicano, cuyo plato estrella es el Asado PDI (Asado de Tira) 
En todo caso los nombres de los bares tienden a ser cómplices de sus cliente - era que no - aportando con nombres para la excusa: 

La Oficina, La Biblioteca, El Archivo. 
Y otros insinuantes como: No se lo digas a nadie, porque que la curiosidad es la mejor publicidad, Donde siempre, Mira quién bebe.
Todavía me conmueve la humildad de un bazar en Tongoy que se llamó, Carlitos Pobrecito el Huachito allá por los 90' y cuyas antípodas son la pléyade de reyes truchos; 
del Mote con Huesillo, del Pescado Frito, de Las Empanadas, del Cilantro y del Control Remoto. 
Que tienen sus palacetes, como El Palacio de la Goma, El Palacio de los Porotos con Riendas, El Palacio de la Goma, El Palacio de la Risa y el Palacio de la Moneda. Pero no festinemos; celebremos.
¿Quién hoy se llamará Auristela, Eduviges, Froilán, Afrodita, Nativo, Olinda, Adela, Melania?
Mientras voy tecleando, Facebook no reconoce a ninguno.
Candelaria, Custodio, Fidel, Zenovio, Estanislao, Nelfa, Lidia, Celso, Uberlinda, Fortunato, Abdón, Crecencio, Cipriano.
¡ Increíble ¡
Selmo, Avelinda, Diman... Lidia…
Todos estos nombres están en mi árbol genealógico y parecieran no existir para la red. Se extinguieron como los dinosaurios. Los bautizos tienen vencimiento. Y aunque parezca extraño, la red no tiene memoria, a menos, claro está, que tú se lo digas.

Hay un bautizo de neón en la memoria que me impactó. Fue esa gigantografía frente al monumento de los Héroes de Iquique; el neón del gran letrero del Champagne Valdivieso sobre la azotea de un edificio en la Plaza de la Intendencia del viejo Valparaíso. 
El edificio mismo parecia una lámina, un inmenso letrero. Su fachada ocupaba toda una cuadra y el fondo no tenía más de siete metros. Era pura fachada. Sin embargo era un hotel.

Yo, de nueve años, que venía del fresco e hiperventilado Punta Arenas y apacentaba mis campos de turista provinciano por las noches tibias del verano porteño, alucinaba con esta muestra de pirotecnia de neón. Era como en las películas de New York, San Francisco, Viva Las Vegas de Elvis.
Allí, sobre la azotea de ese edificio - Hotel Victoria - con pasillos al que seguramente le faltaban ampolletas, medio tembleque, con humedad a viejo hotel de volteos. Con nochero calamitoso incluido, casi sin pelo pero con el saludo a la partidura de lo que alguna vez fue una frondosa cabellera y fumando un "Cabañas sin filtro" o un "Particular ambré", estaba ese letrero espectacular que seguramente no aguantó un zangoloteo de los tantos terremotos que se gozan al Puerto; porque ya no está. Se vino abajo.



Sobre ese hotel que describo, estaba el letrero destellando con sus chorros de champagne y su corcho saltando contra el negrísimo cielo diamantado. Alucinante preludio de chapañazos que podían ocurrir en los estrechos cuartuchos con pescado frito al velador.
Eso era antes de los juegos pirotécnicos del Año Nuevo en El Puerto. ¡Qué descripción más estimulante de un orgasmo! ¿No es cierto?
El letrero de las 16 piernas del cartel las medias MONARCH, de Santiago, la capital de Chile, girando a contrareloj con su anuncio premonitorio de contorneadas piernas girando en una especia de can - can silencioso. 
El neón es para el empelotamiento.
¿Y por qué no? Si es la luz que mejor se curva.
Eso. 

Y este sería para hoy, mi texto estrambótico, que de histórico se fue a calentón. ¡Bailemos!







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