La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

NUNCA MORIRAS (Oficina Salitrera)

Que así sea.

Recorro la abandonada oficina salitrera y camino entre pabellones de solteros cuyos dormitorios aún conservan sus lechos con el óxido de las llamadas susurrantes de amor real o imaginario. Estoy en la pulpería frente el desgastado mesón sobre el que golpearon las fichas que robaron el salario. Y me quedo parado en el hospital indemne entregado al polvo.

He deslizado mi pie sobre ese gruesa capa de polvo del suelo que me atreví a pisar y en el trazo que mi pie dibuja emerge la madera - que todavía brillando - refleja los breves y nerviosos pasos de las urgencias de hace un instante. Y he sentido un estremecimiento como si algo me lanzara un vocerío de memorias reclamando su presencia.

La huella.
La huella es la raíz que bulla. La que guarda la algarabía de los niños en los recreos, los sollozos de las traicionadas, el prepotente vozarrón de las jefaturas, los rumores perversos, los siseos en el juego de tahúres, suspiros y quejidos de obscenidades y oraciones mordidas de rabia. La huella es la voz y raíz de nuestro origen;  testifica y ratifica lo que eres. La huella sorda  todavía permanece en esos muros comentando. Es la huella en esos muros, la que hace reptar por oscuros y gemebundos pasillos el recuerdo de los días de tibio amor y gloria.

Y son muros desnudos los que reciben llamados de náufragos y desamparados exploradores, penitentes:





"Juan Salgado Martínez, si vienes,
tu hermano Alberto vive en Iquique,
Llámalo al fono 271621”.


"Aquí vivió la familia Barraza Coché
Y nacieron mis hijos Julio, Olguita, María y Severo. "


"En este hospital,
nació mi hija María y
murió mi madre Eusebia."

Así se leen los escritos; con tiza, grafito y trazo quebradizo de quienes vuelven a dejar su marca. Son los que llaman, regresan y nada encuentran. Allí están ellos exigiendo su lugar cuando nos rebasa el fin, el viento tórrido de la pampa, la perpetua anunciando la presunta muerte, la desaparición forzada que reprime la humedad y el latido de la vida con sus crecientes partículas de polvo diario.

Tras una puerta mayor que se abre, permanece el terrible pecado de saber algunos nombres y señales sobre los que tengo culpa, de las atrocidades, injusticias y crueldades escondidas de guardias, esbirros, polizontes, jueces desprolijos, policías, doctos y santos maestros de la patria pampina.

Las habitaciones vacías nos hablan y sus muros parecen entonar lúgubres cánticos de un discurso de 1972 que aún resuena lírico entre los ángulos y biseles de las moradas ya sin techo ni sombras pronunciado para hombres de aquel tiempo, de aquel lugar y de esa inmensa talla:

Les traigo mi palabra de estímulo y reconocimiento. De reconocimiento porque hace un año los trabajadores se comprometieron a una gran tarea ante su conciencia y ante el pueblo de Chile; a cumplir la meta de un millón de toneladas de salitre.
No se ha cumplido esta meta. Pero los niveles alcanzados son tan inmensamente significativos que no me queda más que expresar mis felicitaciones a aquellos que se esforzaron patrióticamente en aumentar la producción del salitre restando horas al sueño y al descanso con su trabajo voluntario para que esta salitrera florezca en el desierto.
...
Compañeros y compañeras.
Gracias por la forma cordial y cariñosa en que me han recibido.
Gracias trabajadores por lo que hicieron en la producción del salitre. Por lo que hicieron en la planta de yodo.
Yo tengo confianza y fé en ustedes y cada vez que sienta resquebrajarse mi espíritu volveré aquí para recibir el calor revolucionario de ustedes.


Si el sol implacable que diseca los terrones hasta triturarlos fuera los aplausos; se escucharía la ovación más estruendosa de la creación. Pero sólo el pesado viento abrasador hace oscilar la muerte de las ramas disecadas de viejos jardines agrietados por el más profundo de los silencios. Lo mismo ocurre con los ideales cuando la historia pasa sobre nosotros.

Para los que fueron felices soñando por un país mejor y para los que allá vieron transcurrir una amarga vida sin esperanza abrumados por el peso insoportable del olvido que llegaba inexorable, hoy,  la huella es un bálsamo que confirma lo que han sido sus historias para bien o para mal.

Es todo lo que queda de la Oficina Salitrera abandonada. Ruinas y recuerdos. No hay más.

 
A veces vivencias de nuevas generaciones parecen leves brisas de fantasmas cruzan estas páginas, como las de Merce Mercado :
El domingo fui a la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia
con mis abuelos.

El primer domingo de Junio de cada año
se abren las puertas del pueblo fantasma
y todo se llena de vida...

Cada uno se ubica en la que fue su casa y arma asado y tomatera...
Se reúnen en la Plaza, frente a la escuela y comienza el desfile...
Y se demora tanto todo,
porque se le hacen honores a la bandera...
y toca la Mufa...
y bailan los nietos de los hijos de Pedro de Valdivia...
y se saludan todos...

Mi abuela llegó siendo una niña
y mi abuelo cuando aún era muy joven
en un "enganche".
Se conocieron, se enamoraron y se casaron.
Tuvieron 4 hijos.
Ella lo engañaba...
Él la golpeaba...
Ella fue Reina de Belleza de la Oficina...
Él fue el mejor "win izquierdo" del que se tenga memoria...
Hace cuarenta años, se separaron...

Cuando recogí a mis abuelos este domingo,
recogí a dos ancianos...
y llegamos a "Pedro",
y se toman del brazo,
los dos...

muy populares...
y cada uno ocupa su lugar...
y mi abuela recobra su belleza legendaria...
y mi abuelo desfila como portaestandarte de los ex futbolistas...
y Ella le sonríe...
y está tan orgullosa...
porque toda la gente quiere saludar a " Pirula", mi abuelo...
y se fotografían tanto con él...
y yo le digo que si acaso se cree la Miss Chile,
(la de San Pedro de Atacama...)
y Él me mira con divez...
y se ven tan, pero tan jóvenes...
y tan orgullosos de ellos mismos...

Mi abuela nos sienta a todos y sirve el almuerzo
con vino tinto...
primero a mi Abuelo, como corresponde...
Ella lo atiende con cariño...
Él no se saca el palo de fósforo de su oreja derecha

Y todo tan social...
y , por la tarde, vamos al Teatro...
toca la orquesta...
y tomamos tanto mote con huesillos
y chicha de piña con helado...
y lo bueno de un pueblo fantasma
es que cualquier lugar sirve de baño...
porque así mi pobre vejiga no colapsa...

Y mis abuelos del brazo...
y tantos niños que corren por la plaza y sus juegos añosos
y el Hospital, donde nació mi Santa Madre...
y la Iglesia con sus vitrales originales...
y las chimeneas de la Planta que humean...
y las Concesiones...y la Pulpería...
y la Piscina, donde le hacían rueda a mi Abuela en los bailes...
y Ella recuerda y se emociona
y Él la mira con la fuerza del amor eterno...

Y cuando se hace la tarde,
y ya emprendemos el regreso
lamento tanto que se cierre esta puerta...
hacia otras dimensiones
hacia otros tiempos
...
y ambos se duermen sonrientes
uno junto al otro
...como en los mejores tiempos
...los de ellos
y los de la Oficina Salitrera " Pedro de Valdivia"


2 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanto su historia yo soy pedrina nacida y criada allá ..muy lindo recuerdo

ANNAKENA CAMPUSANO dijo...

Hola, que lindo muro de historias, solo se que mi abuelo era Pedrino y siempre me conto sus hitorias con mucha nostalgia y alegria, alguna vez quise llevarlo a la fiesta que se hace en Pedro de Valdivia los 6 de Junio, pero no alcanzamos... mi papito se llamaba Rafael Campusano Maraboli y siempre leo pensando en encontrar cercania a sus historias y su gente...