La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

MANSIONES.



 Las viejas mansiones me llaman la atención por todo ese trabajo en sus fachadas; mármoles, estucos, molduras o vidrieras, barandas en las terrazas y balcones que nos inquieren. Adivina lo que soy del sueño de mi dueño. Adivina si él es aquí feliz. Adivina si en mis muros vaga algún fantasma. Adivina si soy fría y si crujo. Adivina. Adivina.


Hay tanta importancia en sus adornos señoriales y en la reja de entrada para carros que pareciera extender su aura de imponente misterio más allá de las sombra que proyecta. Y tan rápido que se mueren después del dueño.

El PALACIO BRUNA  del magnate salitrero Augusto Bruna - magnate hasta la caída del salitre - es este tipo de mansión. Una habitación para cada hijo y a todo trapo dicen que mandó construir al blondo arquitecto de grave personalidad, cuidada elegancia y fallecido antes de concluir el encargo; JULIO BERTRAN VIDAL. 

PEDRO PRADO llegó a término con la mansión pero no la firmó, tal vez motivado por un sincero homenaje a su colega que también pertenecía al grupo de LOS DIEZ.

La residencia del representante de Estados Unidos la salvó de su pena de muerte. Cuando la embajada se trasladó al ojo del dragón de Santiago de Chile - la zona de Sanhatan según el Feng Shui - pensé que sus días estaban contados y que se transformaría en una playa de estacionamiento y basural. Pero la acogió la Cámara Nacional del Comercio quien en “actitud patriótica” - como diría don El Mercurio - la salvó de la inminente ruina. Hoy está intacta. Se comenta que todavía no terminan de sacar la cantidad de micrófonos para espionaje que habían en esa mansión.
De noche parece un fortín. Me crucé una noche de invierno con el tempranamente fallecido actor del Japening con Ja; OSCAR OLAVARRIA. Iba con sus manos enfundadas en un abrigo. Su cabeza se sumergía entre sus hombros y las solapas levantadas del abrigo azul. Sus inmensos ojos negros iban muy abiertos leyendo cada sombra que de las escuálidas ramas sin hojas se proyectaba en los muros del Palacio Bruna. La mirada de profundo miedo que me dio, vuelve a mis retinas cuando camino junto al Palacio Bruna. En esos días de los ochenta, su personaje en la televisión era muy festejado y quien lo viera pensaba que un tipo como aquel se traslada por la calles como caminan los ovacionados, es decir;  pecho al frente, mirada franca y pasos contundentes. Pero no, Oscar Olavarría encogido y a pasos cortos,  parecía un perseguido con sus días contados. Falleció unas semana después.
Vivieron en la mansión otros seres dejando una estela de sus vidas que podemos intuir en estas construcciones y en mi caso una historia cierta en sus muros exteriores. Los mismos muros que pertenecen a las calles llenas de ecléctico misterio y conforman el Barrio Lastarria.

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