La tarea...

La gente grita que quiere un futuro mejor, pero el futuro es un vacío indiferente, mientras que el pasado está lleno de vida.

Su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo.

Todos quieren hacer de la memoria un laboratorio para retocar las fotografías y rescribir las biografías y la historia.

LA CASITA DE PIEDRA EN LA COLINA DEL RUISEÑOR - EFESO


He llegado a Efeso, Turquía, cerca de Kusadasi, peregrinando. Asciendo entre los montes por el largo y serpenteante camino asfaltado con un paisaje similar a un rincón inexplorado de Chile:   Collihuay.
Entre los escuálidos bosques de cerro brota una oración que conozco:
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre;  Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,  ahora y en la hora de nuestra muerte.
Aturdido por la letanía majadera de los minaretes, habituado al duro idioma turco y a los ásperos modales de los varones, siento que ese rezo es un bálsamo, un acto heroico para el sacerdote y el grupo de creyentes que oficia la misa en pleno territorio musulmán. Es un llamado de mi casa - tan lejana - desde las antípodas del globo terráqueo.
Ella me dice: 
- Me acordé de mi abuela y de mamá. Me hubiera gustado que estuvieran aquí.-

Hay emoción en su rostro y me sorprende,  pues no es precisamente una devota creyente. 

Estamos en la casa de la virgen María; Meryemana, como le dicen los musulmánes. 
La de maternidad divina, la inmaculada concepción, la perpetua virginidad, es venerada por tres religiones, la católica, la ortodoxa y la musulmana como señora del Corán. Pero solo la católica tiene el culto mariano.
Aquí envejeció y ascendió a los cielos. 
Veo una capilla construida sobre una edificación del siglo I D.C. 
Es la capilla Panaya Kapuli, la Capilla de la Toda Pura María. Detrás de ella hay un estrecho y corto camino de tierra que sube a la cima rocosa del monte, desde la cual se ven -  por encima de las colinas y los árboles - leves y numerosas lomas de vegetación mezquina. El calor abraza.

María tenía 15 años cuando dio a luz y 48 años cuando Jesús la encomendó a Juan 
Madre, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a tu madre
Orden que Juan cumplió hasta sus "...sesenta y cuatro años menos veintitrés días...", que era la edad de la Virgen a su fallecimiento, según nos cuenta la monja Emmerich.

¿Quien fue Catherina Emmerich?  
Fue una monja alemana, estigmatizada, ciega, inválida que nunca dejó Alemania. Pero tuvo visiones donde describió con una precisión asombrosa la localidad de la vivienda, los montes de Éfeso, la costa, distancias y la casa donde ella vio a la Sagrada Virgen pasar sus últimos años. Debido a esas aseveraciones, dos expediciones científicas a Efeso, fueron organizadas en 1891. Ellas encontraron la casa en idénticas condiciones a las relatadas y descriptas por la monja.


Juan llevó a María,  a Éfeso. Es él quien le construye la Casita de Piedra en la Colina del Ruiseñor, en un lugar donde antes ya habían huido otras familias cristianas que encontraron ese lugar - casi inaccesible -  para esconderse. Algo parecido a Colliguay, solo que en Colliguay se escondían bandoleros después de sus correrías.
Otros cuentan que fue a los 82 años de María,  cuando Juan llegó con ella a Efeso. Y dicen que ascendió a los cielos a los 90 años, en  este lugar,  desde una inmensa roca junto a la capilla. Roca que miro  y transito. Piso tratando de obviar al público que transita a mi lado.

Dicen que se abrió el techo de la casita y entre nubes llegó un rayo y que una figura brillante salio de su cuerpo.   
Dicen que levitó sobre su lecho.  
Que con los ojos cerrados y sus brazos cruzados sobre el pecho la cubrieron con un lienzo y la bañaron.  
Que la introdujeron en una canasta,  cortaron sus bucles, pusiéronle flores,  atadas su manos y pies.  
Que la llevaron en ataúd al sepulcro cargado de aromas y era de noche.  
Que vino una luz,  se unió con el cuerpo de María y ascendió a los cielos. 
Toda esa luz se perdió allí en el silencioso cielo estrellado.  
Tomás llegó al otro día y vio el sepulcro vacío,  donde no había corrupción ni muerte.

No puedo evitar mirar hacia el cielo que sigue siendo azul y diáfano. Sereno y silencioso. Ponme a prueba corazón fiel,  dominante razón. Aquí; sobre esta roca.
No existe evidencia científica ninguna, sobre la verdad que ahora veo, pero creo estar inmerso en un aura de perplejidad de la cual no tiene dominio la razón.

En fin, basta por hoy. 

Te deseo, que como siempre hagas el bien y no recibas menos.

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