Al recorrer el Museo Antropológico de Hanga Roa, me encontré con esta foto; un pimpollo y con este nombre: VICTORIA RAPAHANGO. ¿La Abuela Victoria?
Una dama afable me tuteaba con inmensa simpatía y encendía un cigarrillo con la brasa que quedaba del anterior. Fumaba ¡Claro que sí! Se llamaba Victoria Rapahango Tepuko. Le decíamos la Abuela Victoria. Tendría unos 60 años allá por 1965 y fue la primera persona que le escuche decir "el continente" refiriéndose a Chile.
La Abuela Victoria evocaba un aire de gitana. Tenía una especie de blandura en el trato que la hacía cercana y permeable. Y ese tuteo inmediato, desenfadado, que aplicó al conocerme; me fusionó con ella.
Yo no sabía que recién en 1966 los pascuenses fueron considerados ciudadanos chilenos, ni que sus vicisitudes me eran contemporáneas, ni que debían cumplir el "lunes fiscal" (trabajo gratuito para la Armada) ¡Qué vergüenza para el país!
Fui asiduo visitante de la casa de la Abuela Victoria y su familia en Quilpué - porque era la primera familia del barrio con televisor y cada lunes veíamos El Show de Dean Martin, Los Picapiedras. Tenían TV porque en ese tiempo la isla estaba ocupada por una base yankee, dicen que era para rastrear satélites. Con la presencia de los militares norteamericanos, en la isla comenzó a circular el dólar y a nacer niños de ojos azules.
De cada viaje a la isla - y fueron bastantes - la abuela Victoria nos traían regalos y sabrosas ananás Yo le decía "viejita pascuera". No se reía mucho pero se le achinaban los ojos. Mi dormitorio siempre tuvo conchuelas (pi pi) y corales.
Con los Ahoa- Rapahango aprendí a pronunciar - exhalar - correctamente la letra H, en la palabra Tahíti. Hasta antes de ellos y como la letra H era muda, yo pronunciaba Taití. Lo aprendí porque la Abuela Victoria tenía fijación con Tahíti. Fue a inscribir un mapa de subdivisión de Rapa Nui con las.parcelas que les correspondían a los clanes; la tenencia de la tierra.
La Abuela Victoria se reunía en Quilpué con una dama bellísima que siempre portaba una guitarra; se llamaba Margot Loyola. Las dos cantaban - conversando.
En los años 30' la Abuela Victoria fue uno de los pocos rapa nui que usó zapatos en Isla de Pascua. Leía, escribía, hablaba inglés por Edmund y español gracias a Corina; una chilena que vivía en su casa.
Henry Percival Edmunds había llegado en 1906 como empleado de la Sociedad Explotadora de Isla de Pascua (Williamson & Balfour), y en 1914 era el "único hombre blanco" asentado en el lugar y la hizo su mujer durante 16 años.
Yo creo que además de dulce y orgullosa, era sabia porque recuerdo un par de frase de ella y que ahora, me hace sentido:
-“Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo” y “Nadie se casa con el amor de su vida, se casa con lo que ocurre”.
Digan lo que digan, la Abuela Victoria fue mi amiga. La amistad que puede haber entre un niño de 14 años y una señora de 60 que todas las tardes se sentaba en cuclillas sobre la escalón del patio de nuestra cocina para conversar y fumar.
Un entendido antropólogo belga escribió: "" Victoria es un descendiente de la tribu "real" de Miru, es dulce y orgullosa al mismo tiempo. Victoria impone respeto. Tiene aire de gran dama..."".
Murió el 79’. Para aquel entonces yo estaba en la universidad y perdí conexión con ella y su familia. Después de los 90’ - cuando empezaron los reencuentros - Volví a ver a sus nietas y sobrina; María Huke. Al reencontrarnos con María, volvió su sonrisa generosa, sus ojos achinados, su franco afecto ¡Qué etapa maravillosa viví con ellos!
Hoy, al pisar la isla, me encuentro con el alma de todos ellos y esta brisa húmeda que me acompaña, pareciera abrazarme largamente, como lo haría un familiar y como lo hacen los amigos de la infancia en un reencuentro.
- ¡ Hey Ivi ! ¿Qué haces aquí en el museo?
No me preguntes cómo, pero cuido y venero un Torimiro plantado en mi casa. Le llamo; Abuela Victoria.
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